Coronavirus: ¿Individuo o sociedad?
- Tomás Hernandez
- 4 abr 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 19 ago 2020

Mas allá de que la palabra Libertad tenga una definición tan amplia, es curioso cómo se relaciona con este momento de confinamiento que estamos transitando como sociedad por causa del coronavirus (Covid-19).
Si bien probablemente todos nos consideramos libres, hoy estamos imposibilitados de transitar por las ciudades con normalidad (a excepción de las actividades esenciales), y sin embargo no parece ser un motivo para sentirnos "presos", al fin y al cabo, sabemos que las medidas son transitorias y el origen de estas es una causa extraordinaria, inimaginable hace menos de un año.
Aunque la libertad es un derecho supremo del ser humano, como todo derecho, no es absoluto. Los derechos están regulados por las leyes. La libertad de circular de forma libre se encuentra prohibida en este contexto con el objetivo de salvaguardar el interés superior denominado Salud Pública.
Aquí entra en escena el concepto de "Bienestar Común": las personas dejan a un lado sus propios intereses individuales para que el conjunto de la sociedad se beneficie y sus integrantes coexistan en un relativo orden y en paz.
Este principio básico de la vida en sociedad, trasladado a la situación actual, se materializa en las desventajas no deseadas que cada uno de nosotros sufrimos a causa del aislamiento social, preventivo y obligatorio, con todo lo que esto conlleva en los aspectos económico, educativo, laboral, psicológico, y especialmente el emocional.
Hemos sido testigos de la situación en otros países donde no se han llevado a cabo cuarentenas estrictas. Por ejemplo, los gobiernos de Brasil y EEUU, que han puesto a la economía y al mercado por encima de la salud y el bienestar de sus ciudadanos. En ambos países se ha producido una gran cantidad de contagios y fallecimientos a causa del virus, incluso sus economías han sufrido un gran declive, a pesar de que nunca "frenaron" por ninguna normativa nacional que prohibiera la circulación.

Esto se explica debido a como la globalización afecta a las economías conectadas de los países. Siendo que la mayoría de las naciones han sufrido una contracción en sus niveles de producción y consumo a causa del virus, aunque no se haya realizado cuarentena en ciertos países, igualmente sus economías han sufrido la recesión global.
Argentina ya venía transitando tiempos difíciles en este aspecto, con déficit fiscal, deuda externa sin precedentes, inflación galopante y más de un tercio de la población bajo la línea de pobreza.
Lo cierto es que la preocupación inmediata desde marzo fue la pandemia.
Afortunadamente la mayor parte de las personas respetaron y muchas de ellas siguen respetando el aislamiento, un encierro al que no estamos acostumbrados, que perjudica principalmente a quienes están obligados a salir a la calle todos los días para sobrevivir. Más allá de esto, y remarcando que el estado es responsable de tomar las medidas idóneas en pos de proteger a los más vulnerables, está claro que lo que todos queremos es que la epidemia se controle lo antes posible y por ende volver a nuestras vidas normales.

La economía Argentina ha sufrido un gran golpe en lo que va de la pandemia. Miles de Pymes, que no han podido adaptarse a las dificultades que impuso la cuarentena, han cerrado sus puertas a pesar de las ayudas otorgadas del estado, que en muchos casos han sido insuficientes. El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) ha sido eficaz para apoyar a los más de 9 millones de beneficiarios que lo recibieron. Aun así, la mayoría de los trabajadores no cobran la totalidad de sus salarios, y algunos directamente no lo cobran.
El acuerdo en la renegociación de la deuda ha sido el primer paso para componer el plan de reactivación económica que será indispensable en los próximos meses. Los niveles de producción industrial ya se encuentran en los mismos que el año pasado, pero las restricciones que aun se mantienen a muchos comercios y profesiones liberales -principalmente el rubro del entretenimiento- generan un desgaste en estos, que han manifestado su descontento.

El ámbito académico no parece tener posibilidades de retomar las aulas este año, salvo algunas provincias privilegiadas que han regresado a las aulas. Millones de docentes y alumnos se han adaptado a la modalidad virtual de clases, permitiendo que el ciclo lectivo no se perdiera. La desigualdad volvió a hacerse notar rápidamente. Alumnos de todas las edades, que no poseen conectividad o dispositivos suficientes para poder asistir a las clases; profesores que no están capacitados para enseñar por estos medios; y la inferioridad cualitativa frente al formato presencial han dejado un sabor amargo en términos educativos.
Las tecnologías actuales nos permiten comunicarnos, trabajar y estudiar. Cada vez más nuestras vidas se sumergen en el ámbito virtual y parece que todo puede hacerse a través de una pantalla. A pesar de esto, el encierro nos afecta psicológicamente, sobre todo a las personas que lo están transitando en soledad y esto empeora cuando la edad de la persona es avanzada. Somos seres sociales, es decir, nos desarrollamos al relacionarnos con los demás, y la virtualidad no reemplaza el contacto físico. Esto, sumado a estar inactivos puede causarnos trastornos de ansiedad o depresión.
Recomendaciónes de la OMS:
Establecer una dieta saludable y nutritiva, que ayude a su sistema inmunológico a funcionar correctamente, limitar el consumo de alcohol y evitar las bebidas azucaradas, no fumar, porque puede aumentar el riesgo de desarrollar una enfermedad grave si se contrae el COVID-19, hacer ejercicio. (...) Para el teletrabajo desde casa, se recomienda no sentarse en la misma posición durante largos períodos. Levantarse y tomarse un descanso de tres minutos cada media hora. (...) escuchar música, leer un libro o jugar. No leer o mirar demasiadas noticias si uno siente ansiedad y obtener información de fuentes fiables una o dos veces al día. Dr. Tedros Adhanom, (Presidente de la OMS)
Evitar la ansiedad generada por el hecho de estar recluidos es un gran desafío, ya que el mandato en una sociedad capitalista es “ser productivos”. No obstante es un buen momento para desarrollar la introspección y hacer lo que la rutina normalmente relega a un segundo plano. Evitemos el contacto con las personas al mínimo indispensable, es difícil relegar ver a nuestros seres queridos, pero cuanto más nos cuidemos, más rápido volveremos a la normalidad.
Argentina está quieta, pero progresivamente está reactivando sus actividades. La vacuna que cada día está más cerca de hacerse realidad, afortunadamente será producida en laboratorios de nuestro país, y es algo que genera grandes espectativas. Manteniendo la calma, buscando el consenso entre las distintas voces que manifiestan sus diferencias respecto al rumbo de esta situación, con empatía y sobre todo paciencia, vamos a superar esta tragedia que sin duda dejará su marca en la historia.
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