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  • La historia viva del fútbol femenino

    El 21 de agosto se festejó por segunda vez el Día de la Futbolista. Junto a antiguas y nuevas jugadoras, recordamos la trayectoria de las futbolistas en la Argentina. Sin botines ni DT, el 21 de agosto de 1971, la Selección Argentina de Fútbol Femenino goleó a Inglaterra en el estadio Azteca. En honor a las pioneras hoy se conmemora el Día de la Futbolista. Los cuatro goles los marcó Elba Selva, quien sin saberlo, hizo de aquel partido historia. Aquel Mundial Invisible no fue reconocido por la FIFA. Disputado entre seis países, las jugadoras del seleccionado argentino asistían por primera vez. No tenían médico, ni siquiera tenían camisetas y fue México, el anfitrión, quien les permitió viajar pagando viáticos y equipamiento. La Copa no empezó bien. Las mexicanas derrotan a la Selección 3 a 1 en la primera fecha. Un espectador escucha que el equipo juega sin direcciones. Esa noche, el ex jugador Norberto Rozas se acerca al hotel del seleccionado y se ofrece como DT. Ellas aceptan gustosas. La magia se da en el próximo encuentro, contra las inglesas. La selección del '71 jamás habían usado botines en su vida. Por los pasillos del hotel las 17 integrantes del equipo caminaban una marcha ruidosa y movían los tobillos desfilando por primera vez sus brillosos botines. No solo estaban conmovidas, sino que estaban desafiadas. Selva, la gran 10, recuerda, “Nos adaptamos bastante rápido. Hice cuatro goles con botines, imaginate”. Betty Gonzales también recuerda, la otra delantera aclara, “Y los 4 pases se los hice yo”. A los pocos minutos de arrancar el juego, Selva recibió una pelota de Eva Lembessi. Jugó con a Betty García, la 9 devuelve y Elba salió corriendo hacia adelante. Gambeteó a una inglesa. Otra vez a Betty Garcia. Elba se tira hacia la derecha del arco, Betty se la devuelve, Selva patea con su mágica zurda y ¡goooooool! ¡Gol de Elba Selva, señoras y señoritas! El fútbol en la vida de Elba empieza temprano. Transcurrían los años 90 en el barrio de Lugano. No había mujeres para jugar, así que la 10 se infiltraba en los potreros a patear con sus vecinos. “No me importó lo que me dijeran, a mí me gustaba jugar a la pelota y punto”, evoca precursora en viva memoria. La final de la Copa Invisible se da entre México y Dinamarca. Las locales pierden 3 a 0 la copa en manos de las dinamarquesas. Pero no importa, por más desapercibido que haya pasado el Mundial, ninguna argentina de la selección lo olvidaría nunca. Claudia “Caby” González jugó en el '91 la primera Copa del Mundo oficial. Veinte años después las condiciones para el fútbol femenino no habían cambiado demasiado. En diálogo con la Ley de Murphy, cuenta que al igual que las pioneras, el amor por la pelota llegaba antes que los recursos; “Ni siquiera tenía botines y estaba en la Selección”. Hincha de Tigre, Caby integró Las Matadoras en los 90. Recuerda a su equipo con nostalgia y devoción; "Éramos un grupo unido. Qué mediocampo, qué defensa.” “Teníamos a Carola (Molina) no pasaba nadie. Graciela, la arquera que fue a la Selección. La delantera Andrea Cano "Desastre" la apodábamos. Anita Gallione, Carolina "Tita" Vallejos que también fue a la Selección. Chaparro, Vázquez - la 5-. Mucho talento teníamos". Pero el fútbol femenino compensa el sacrificio con pasión. Y sacrificios sí los hay. Tanto Caby como Elizabeth Villanueva, integrante de la Selección Argentina en el Mundial del 2003 y goleadora de Boca hasta su retirada, cuentan lo que es llegar cansada a la cancha. La mayoría de las jugadoras son del interior o de las afueras de Buenos Aires, a diferencia del fútbol masculino, no se les da alojamiento cerca de los entrenamientos. “En esa época era imposible vivir del fútbol”, relata Villanueva. Les tocaba y les toca viajar largas horas para llegar. Hoy se festeja que aquellos viajes los pague el club, como así también la comida antes de los entrenamientos, “Pasaba que jugadoras llegaban con hambre a la cancha” remarca Villanueva. El 2019 fue un año importante para el Fútbol Femenino. Gracias a los esfuerzos de todas las futbolistas en especial de Macarena Sánchez, entonces en el UAI Urquiza, se impulsó la profesionalización del fútbol femenino, oficializado el 21 de marzo de aquel año. Se definió un mínimo de 8 futbolistas contratadas por club y un salario de quince mil pesos (equivalente a un contrato de Primera C masculino). Solo aplica en Buenos Aires, los equipos del interior continúan jugando de forma amateur. Magalí Molina, jugadora de Lanús, opinó; "El aporte de la AFA va a mejorar nuestro ingreso, para poder entrenarnos y dedicarnos más, pero dudo que podamos vivir con 13 mil pesos. A la mañana trabajo 4 horas en una administración de consorcio y a la tarde soy niñera, luego me voy a entrenar". En junio de 2019 también se decretó en la legislatura porteña el 21 de agosto como el Día de la Futbolista. Las jugadoras manifiestan, “vivimos con mucho orgullo que tenemos un día para nosotras”, dice a la La Ley de Murphy Fabiana Vallejos, actual mediocampista en la Liga A de Boca. “En nuestra época era pura pasión”, recapitula Villanueva sobre los 90, “Es hermoso ver los frutos de la lucha en las condiciones que tienen las jugadoras de fútbol argentinas hoy.” Las Gladiadoras, el equipo Xeneize, es el que más se destaca en el fútbol femenino con 23 títulos oficiales en 29 años. Más del doble que River. Diez de ellos en forma consecutiva entre el Apertura 2003 y el Clausura 2008, siendo el equipo que más veces lo ha ganado. Fundado 85 años más tarde que el masculino, el equipo de fútbol femenino de Boca Juniors fue creado en 1990, y desde 1991 disputa la Primera División Femenina de Argentina. “Nosotras en Boca hoy tenemos un montón de cosas que antes no teníamos”, cuenta Vallejos. Lo primero que nombra es la ropa, “siempre me quedaban grande las camisetas”. Todas las jugadoras que La Murphy entrevistó recuerdan jugar con casacas hechas para hombre o descartadas de otros futbolistas. Nombra también las canchas. “Antes teníamos que jugar en cualquier pedacito que encontrábamos, hoy tenemos nuestro lugar”. Las Gladiadoras juegan los partidos del torneo local en las canchas auxiliares del Complejo Predio Pompillo. Aunque no falten las ganas de hacerlo en la Bombonera. “Ahora tenemos un sueldo, antes solo un viático y hasta ahí. A veces lo pagaban y a veces no, quedaba como deuda.” dice Vallejos. Con la profesionalización del femenino, ahora Las Gladiadoras cuentan con un contrato y una Reserva con su propio torneo. Fabiana Vallejos debutó en la Selección Argentina con 14 años en el Mundial del 2003. Fue reclutada por “el gran” Coco Torres quien la vió jugar en México por casualidad y recuerda con mucho afecto. Hace seis años nació AFFAR (Asociación de Futbol Femenino Argentina), miembro de la AFA, que cuida a las jugadoras dentro y fuera de la cancha. Recientemente, la AFA lanzó una Estrategia Integral para el Fútbol Femenino 2021-26. Un plan escalonado que apunta al desarrollo de las juveniles y la reserva de los clubes de la A. Las condiciones logradas y luchadas que festejan las jugadoras del fútbol femenino, son dadas por sentado en el fútbol masculino. Hoy, en el segundo festejo del Día de la Futbolista, todavía queda un largo partido por ganar. Yanina Gaitán fue pionera de todo en el fútbol femenino. Primera en marcar un gol en un Mundial reconocido por AFA (‘91). Jugadora de muchas camisetas y primera en denunciar en los medios la discriminación de Yupanqui, su equipo debut, que le negaba el pase para cambiarse de club. Coty Gonzalez, Elizabeth Villanueva, Fabiana Vallejos y Yanina Gaitán todas fueron jugadoras de la Selección Argentina de Fútbol Femenino, algunas como profesionales y otras como amateurs. Cayeron “en paracaídas” a la cancha, vistas por casualidas, algunas sin botines, otras sin DT. Lo que es seguro es que con pasión la marcaron y marcan para todas nosotras. Para las mujeres y hasta para mí, el fútbol es mucho más algo que buscamos que algo que nos encuentra. Y seguiremos buscándolo, bancándolo. Por amor al deporte, su folklore y la historia de sus pioneras en nuestro país. Futbolista con A al final, ¡felíz día! #21DeAgosto #DíaDeLaFutbolista Jugadoras y colegas recordando anécdotas de la historia viva del fútbol femenino

  • 13 de agosto de 1963: Construcción del Muro de Berlín

    Un día como hoy, pero de 1963, se daba uno de los sucesos más representativos de la Guerra Fría: la Construcción del Muro de Berlín. ¿Cuáles eran las intenciones del bloque occidental de dividir el territorio alemán? Finalizada la Segunda Guerra Mundial, los países que resultaron victoriosos se agruparon en los Aliados: Francia, EE.UU y Gran Bretaña ocuparon lo que llamarían República Federal Alemana (RFA), mientras que la URSS haría lo mismo con la República Democrática Alemana (RDA). Esta división produjo lo que se conoció simbólicamente durante toda la Guerra Fría como "La Cortina de Hierro" entre las dos Alemanias. El caso de Berlín fue tratado especialmente ya que geográficamente estaba dentro de Alemania Oriental pero acordaron dividir la administración de la ciudad con Alemania Occidental, por lo que políticamente una porción de la RFA se encontraba "dentro" de la RDA. Las diferencias en las condiciones de vida se fueron profundizando: entre 1949 y 1961, casi 3 millones de personas encontraron en la frontera de Berlín una vía para migrar de la Alemania Oriental a la Occidental, en búsqueda de “progreso”. Este grupo migratorio estaba formado en una gran proporción por personas menores de 25 años, lo que hacía descender drásticamente la población económicamente activa de la RDA. La URSS debía encontrar una forma de detener el flujo. RDA, a pesar de contar con educación y salud pública, sufría una fuerte crisis con poca inversión en la reconstrucción estructural de posguerra y los ciudadanos denunciaban la privación de libertades individuales a manos de la oficina de inteligencia, conocida como STASI. Fue ese el motivo por el cual, el 13 de agosto de 1961, en la frontera del sector soviético hacia Berlín Occidental se construyeron barreras temporales que prohibieron el paso entre ambas naciones. Ese fue el primer paso de la construcción de un límite fronterizo que en poco tiempo sumaría alambres de púa, paneles de concreto, torres de vigilancia, seguridad armada y estrictas prohibiciones de libre circulación: el Muro de Berlín. Para la Alemania Oriental era el “Muro de Protección Antfascista”, pero para la Alemania Occidental era el “Muro de la Vergüenza”. Esta frontera dividía el continente europeo no solo ideológicamente, sino también económica y militarmente: La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fue la alianza militar promovida por Estados Unidos. El pacto fue firmado en 1949 por Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Italia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Portugal. En 1955, como respuesta, la URSS se dispone a crear el Pacto de Varsovia. Sus miembros eran todos los países del bloque del este: Albania, RDA, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia y Rumanía. Surgieron planes económicos para impulsar la reconstrucción de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. EEUU implementó el Plan Marshall y la URSS hizo lo mismo mediante el COMECON, con el objetivo de contrarrestar los organismos económicos internacionales capitalistas. Tratados y acuerdos discutidos por décadas concluyeron en que el 9 de noviembre de 1989 el Muro de Berlín se demoliera y se volviera a liberar el paso fronterizo con la posterior unificación de lo que hoy se conoce en toda su extensión y oficialmente como la República Federal Alemana.

  • Sufrir, amar y morir, escribiendo

    Un poco más sobre Sylvia Plath, para quien amar era una catástrofe natural. Sylvia Plath, Ted Huges y Assia Wevill entre los humor del amor. Parte I Existe algo parecido a la paz justo antes de una catástrofe. Un momento de silencio y calma antes de que las piezas del dominó de la vida caigan, una por una. A los ocho años, Sylvia Plath público su primer poema. Aparece la rima, que la acompañaría mucho tiempo en su poesía. Me recuerda que una escritora es una observadora. Su papá, un profesor universitario se la enviaría al editor del Boston Traveler. “Poem” 1941, su primer poema Hear the crickets chirping In the dewy grass. Bright little fireflies Twinkle as they pass. “Dear Editor: i have written a short poem about what i see and hear on hot summer nights.” ¿Pueden apreciar la inocencia de aquella Plath? Incluso la sonrisa en sus fotos de adulta conservan algo de esa esencia. Todavía faltaba un año para que muera su padre y el sonido de los grillos cambie por el del mar. No había pasado los electroshocks en un manicomio ni tenía una sola marca en sus intentos de suicidio. Todavía no se había enamorado. Estaba a un paso del abismo y nadie lo sabía. El club de las poetas suicidas La niebla que entra por mi balcón me hace acordar a Sylvia Plath. La imagino caminando con ropa oscura por la calle gris de Fitzroy (¡como la nuestra!). Lleva un niño en cada mano buscando un lugar para vivir, después de haberse separado de Ted Hughes. Plath fue una poeta que se enamoró de un poeta que se enamoró de muchas otras mujeres. Dos de sus amantes hornearon sus cabezas hasta que dejaron de respirar. La primera fue Sylvia, una vez que encontró el departamento que buscaba –donde además había vivido el poeta irlandés Yeats, cosa que emocionaba mucho a nuestra heroína–. Los hijos que compartía con Hughes dormían, Sylvia les sirvió un vaso de leche y les hizo pan con manteca por si despertaban con hambre. Pasó por el baño y agarró dos toallas, llegó a la cocina y selló el piso con una, prendió el horno al máximo y se hizo una almohada adentro con la otra y se recostó. “Límite” 1964, su último poema Su cuerpo se ha perfeccionado Su cuerpo Muerto luce la sonrisa del acabamiento, la ilusión de un anhelo griego. Fluye por las volutas de su toga, sus pies Descalzos parecen decir hasta aquí hemos llegado, se acabó. Hughes se había enamorado de otra. A esta sección podríamos bien llamarla “El club de los amantes indecisos”. La segunda poeta suicida, no fue tan generosa con su hija. Assia Wevill conoció al matrimonio cuando ella misma estaba casada, y Plath y Hughes alquilaban su casa en Primrose Hill. Wevill se vuelve cercana al matrimonio y al poco tiempo empieza a tener una amorío con el esposo de su amiga. Ambos dejan a sus parejas, no sin consecuencias. Juntos tienen una hija, pero Wevill está atormentada por la memoria de Plath y por las sospechas acertadas de la triple vida que lleva el codiciado Hughes. Él tiene dos amantes, Carol Orchard, enfermera en prácticas y Brenda Hedden. Los poemas de Hughes reflejan su indecisión; “¿Qué cama, qué novia, qué pecho dará confort?”. La bella poeta de los ojos de fiebre prepara en la cocina su lecho de muerte. Se sirve siete copas de whisky con pastillas para dormir, se acuesta junto a su hija sobre la cama improvisada, abre el horno y gira la llave. A diferencia de Plath, Wesill si deja una carta donde cuenta que no podía vivir “por el peso del recuerdo de Sylvia”. Madre e hija fueron encontradas de la mano, muertas sobre el colchón. ¿De quién es esta tierra pétrea y lluviosa? De la Muerte. ¿De quién es todo el espacio? De la Muerte. ¿Quién es más fuerte que la esperanza? La Muerte. ¿Quién es más fuerte que la voluntad? La Muerte. ¿Más fuerte que el amor? La Muerte. Es difícil ser breve cuando ella parece ser el epicentro de las tragedias. Incluso su primer hijo, Nicholas, se suicidó en Noruega, donde llevaba una solitaria vida como profesor de las Ciencias del Mar. Todos tienen algo de su madre. Frieda es escritora, poeta y periodista en The Guardian. También tiene esclerosis múltiple y depresión. Como hay mucho más para decir y para cerrar este ciclo de autoras norteamericanas de mediados del siglo XX y -por supuesto- como todxs ustedes están deseosos de leerlo, habrá una segunda parte de sufrir, amar y morir, escribiendo. Sylvia Plath, Carson McCullers y Flannery O'Connor vivieron en un tiempo de revolución. Autoras contemporáneas a la transición de la segunda ola feminista a la tercera. Las pastillas anticonceptivas, la ley del divorcio y el radical cuestionamiento en torno a qué era, ser mujer. Cosa que a ninguna de las tres les fue fácil. Vivieron una relación conflictiva con sus existencias. Y además, nuestras mujeres del campo, McCullers y O'Connor, reflejaron el cambio que vivía su gente, de una sociedad rural a una industrial. Las sureñas hacen un lindo contraste con Plath, una escritora del norte de Estados Unidos. Para ver las luces y las sombras de escritoras que escriben en la oscuridad, habrá una parte II. Los domingos en La Murphy, don't miss it!

  • Al calor de las masas: el populismo

    Desprestigiado por muchos académicos, contenedor de una fuerte carga peyorativa, condenado tanto por políticos de izquierda como de derecha, el concepto de populismo es, en resumidas cuentas, un problema. A pesar de ello, muestra un gran arraigo y los intentos de retirarlo no han proliferado. Forma parte del lenguaje cotidiano y señala la existencia de una experiencia política y social muy importante y a la vez muy ambigua. En primer lugar, el término se caracteriza por la vaguedad e imprecisión y a la multitud de fenómenos que abarca: "a la oscuridad del concepto empleado se une la indeterminación del fenómeno a que se alude", sintetiza Laclau. El problema es la inexactitud, ya que puede referir a muchas cosas: a movilizaciones de masas elitistas o anti-elite, partidos políticos, movimientos, ideologías, actitudes discursivas, regímenes y formas de gobierno, mecanismos de democracia directa —referéndum, plebiscito, consulta popular—, dictaduras, políticas y programas de gobierno, reformismos, etc. El populismo es una fuerza política disruptiva. Se lo define como una división antagonista entre el “pueblo" y algún tipo de elite, a la cual contestan y amenazan su poder. El “pueblo” es algo menos que la totalidad de los miembros de la comunidad, es un componente parcial, y que aspira a ser concebido como la única totalidad legítima. Es disruptivo, además, porque simplifica el espacio político —en pueblo y elite— y no encaja en los ejes tradicionales de izquierda-derecha, si no que los cruzan o cortan. Hablamos entonces de una fuerza de “creativa destrucción” respecto a estos lineamientos políticos tradicionales, sumado a que reestructura el espacio sociopolítico alrededor de ejes polarizados. Por ello consigue apoyo tanto de la izquierda como de la derecha, y lo hace atravesando, o en desmedro de, los clivajes existentes. Estos son conflictos que por su duración, cotidianidad y número de participantes generan divisiones al interior de la sociedad la cual, sin embargo, se mantiene unida: "La línea de fractura por la cual se parte una piedra al ser golpeada". Algunos ejemplos de clivajes son el de Capital-Trabajo, Iglesia-Estado, entre otros. Pone especial foco en el líder, quien reivindica ser capaz de resolver un conjunto de cuestiones consideradas excluidas. Cuando hablamos de “líder” nos referimos a un individuo en particular, investido de un poder decisional —el Poder Ejecutivo, el presidente—, mientras que el “liderazgo” es el modo de vincularse con los ciudadanos. Por otro lado, evoca a un movimiento político con fuerte apoyo popular proveniente de masas que se organizan y movilizan, contando también con la participación de clases no obreras que tienen importante influencia en el partido político —organización que nace para la realización de ciertos fines compartidos por los participantes, en particular la obtención del poder— y que sostienen una ideología anti statu quo. Es una lógica política: la forma en que se constituye el pueblo como agente histórico, la construcción de una identidad que articula una serie de demandas insatisfechas, mediante la identificación de una elite que se opone a sus realizaciones. Respecto a sus "fuentes de fuerza", encontramos entonces a una elite de clase alta o media y anti statu quo, una masa movilizada formada como resultado de la "revolución de las aspiraciones", y una ideología o un estado emocional difundido que favorezca la comunicación entre líderes y seguidores y cree un entusiasmo colectivo. De los orígenes hasta la marcha de los movimientos. En sus comienzos, el populismo destacó como una respuesta a los procesos de aceleración de la industrialización, la diferenciación social y la urbanización, a través de medidas de bienestar y crecimiento industrial protegido. Aunque el establishment prefería los arreglos sin la participación de estos movimientos de masa, muchos líderes reformistas y de algunas elites consideraron que continuar excluyendo a las clases medias y a los trabajadores urbanos era un riesgo más alto —el "Terror Rojo"— que permitir su incorporación gradual. Se constituyó como uno de los fenómenos históricos principales en la experiencia política de América Latina en el siglo XX. En las primeras décadas, la región era predominantemente agraria, tenía sistemas políticos aristocráticos y excluyentes, y no se habían desarrollado con fuerza grupos de interés, sindicatos ni partidos de masas. A medida que el crecimiento capitalista y urbano erosionó la hegemonía —la dominación que ejerce una clase social sobre las demás imponiendo su ideología, valores y creencias— de las clases altas terratenientes, surgieron los precursores del populismo en las ciudades más grandes de los Estados más prósperos de la región: Argentina, Brasil y México. Este movimiento político asumió una visión ligada a la entidad “nacional y popular”, entendida como la construcción de una voluntad colectiva, y asociada a una reforma intelectual y moral. Este proceso es el de la construcción de hegemonía, interpretada como una actividad de transformación. El terreno donde la hegemonía “nacional-popular” se produce es en un campo de lucha contra otra opción hegemónica. En el caso argentino, es aquella construida por la elite tradicional, basada en un modelo económico liberal y agroexportador, y en un sistema político excluyente. Así, el populismo está vinculado con el estadío de desarrollo del capitalismo latinoamericano, y es con la crisis del modelo agroexportador y del Estado oligárquico entre 1920 y 1930 cuando aparecen los primeros movimientos populistas. Destaca particularmente el papel interventor del Estado que, ante la debilidad de la burguesía nacional y la crisis del 30, debe asumir un rol de dirección en los procesos de cambio. En Argentina se asocia al justicialismo o peronismo, el cual aparece en escena en 1945, y que en la práctica propició una respuesta del Estado a las mayores demandas populares junto a una mayor distribución de la riqueza, utilizando el liderazgo carismático como articulador de la movilización popular. Cuando ocupó el gobierno, el populismo encuadró su acción en un “Estado de bienestar”, que nace producto de la crisis mundial de 1930, la cual supuso el fin del modelo agroexportador y el comienzo de la ISI —industrialización por sustitución de importaciones—, a razón de que los países desarrollados, aquellos que producen y exportan mayormente manufacturas, sufrieron la debacle económica mundial que generó una enorme caída en la producción industrial y del comercio internacional. En consecuencia, los países en vías de desarrollo —o emergentes, como Argentina— comenzaron a producir localmente las manufacturas que anteriormente se importaban. En el campo de lucha hegemónica, la elite tradicional u “oligarquía” sufrió una erosión de su hegemonía, y la sociedad civil atravesó transformaciones por el advenimiento de nuevos actores: el empresariado industrial y el obrero urbano. La recesión y el estancamiento económico generaron una respuesta estatista. La principal novedad fue la inclusión de trabajadores con líneas nacional-populares al proceso de toma de decisiones, combinando esta incorporación de las masas con la necesidad de contrarrestar las grandes y cíclicas crisis del capitalismo. El Estado reforzó su rol de garante de derechos sociales, cumpliendo con las demandas de estos nuevos sectores. La intervención se materializó en prestaciones sociales, dirección económica y distribución del producto nacional. Se trata del pasaje de un modelo agroexportador a un modelo industrial sustitutivo, caracterizado por el énfasis en la producción industrial, y que produjo, entre otras cosas, la migración interna del campo a las grandes ciudades, que ofrecían nuevas oportunidades de vida y de trabajo. En el ámbito económico, el Estado comenzó a tener un papel activo en la producción de insumos básicos para la industria —bienes de capital— y en la aplicación de políticas de promoción industrial. De esta forma, adoptó un rol protagónico en el crecimiento económico, basado en su poder de compra —importación— y en los salarios altos orientados al mercado interno, lo que generó un período de movilidad social ascendente e impulsó la producción. En términos generales, esta experiencia populista resulta en un intervencionismo estatal, la búsqueda de “justicia social” —entendida como igualdad de oportunidades— y sustitución de importaciones como método industrializador. La situación del "campo de lucha" en la región. Al crear una división dual —pueblo y elite—, se forma entonces un movimiento de masas conformado mayoritariamente por sectores medios y bajos obreros en contraposición a un establishment económico y político. Este último centra sus críticas en el carácter autoritario en el que puede devenir el populismo, a causa del personalismo en el liderazgo del movimiento que, como dijimos, es carismático para articular exitosamente un espacio amplio y heterogéneo —por ejemplo, la izquierda peronista y la derecha peronista—. Por otro lado, destacan que el populismo suele moverse en torno a la “informalidad”, lo cual supone un menor nivel de institucionalidad —respeto y cumplimiento de reglas y normas que emanan de las instituciones—, y que conlleva un riesgo para la democracia al existir una mayor probabilidad de un “deslizamiento” al autoritarismo. Cuando se analiza el desempeño de los movimientos populistas en los gobiernos de América Latina, se observa, en general, un crecimiento en el número de instituciones y un respeto por las reglas de juego democráticas, excepto en el caso de Venezuela, que ha devenido en un autoritarismo. Para combatir a lo que llaman el peor de los males, la elite adopta estrategias y tácticas políticas que en algunos casos rozan o traspasan los límites del juego democrático y del estado de derecho, aquel donde todos los individuos están sujetos a la ley, la cual aceptan y demarcan como límite de acción. Desde la aparición de los populismos, la elite ha recurrido a los golpes de estado en numerosas ocasiones para derrocar gobiernos que habían asumido el poder vía elecciones democráticas. En Argentina hay varios ejemplos: el primero de ellos a Yrigoyen en 1930, el de Perón en 1955, el de los gobiernos radicales de Frondizi en 1962 y de Illia en 1966, y el de Isabel Martínez de Perón en 1976. Luego del retorno a la democracia en 1983, cuando los golpes de Estado ya no fueron posibles por la presión del arco político, de la opinión pública y de los organismos internacionales, la elite recurrió a alianzas políticas con los sectores económicos y financieros concentrados, nacionales e internacionales, y los medios masivos de comunicación para erosionar el gobierno de turno y desprestigiarlo en pos de obtener la victoria en las elecciones: el “golpe de mercado” de Alfonsín, el apogeo durante el gobierno de Menem —donde la elite ocupó cargos importantes y dirigió sobre todo la política económica— y el enfrentamiento con el gobierno durante el segundo período kirchnerista —la presión de los fondos buitre y los medios masivos—. Actualmente atendemos a la novedad de una estrategia que consiste en un accionar coordinado entre la elite, los medios masivos de comunicación y sectores del Poder Judicial para manipular el proceso penal con el fin de condenar, política y judicialmente, a sus adversarios, en un proceso que se conoce como Lawfare o guerra jurídica, donde el uso distorsionado de la ley es el arma de guerra. Tomando en consideración los vaivenes de la política económica y social según el gobierno de turno —el Estado es el conjunto de instituciones y el gobierno el staff de gente que lo ocupa y asume sus facultades descritas en la Constitución—, asistimos a una suerte de "empate hegemónico", situación en la que ninguna clase social logra imponer a las otras su ideología, creencias y valores. En consecuencia, cobra especial importancia la idea de implementar "políticas de Estado" concertadas entre las principales fuerzas políticas que, remitiéndonos a la fuerza disruptiva del populismo y su división antagonista, son el peronismo —Frente de Todos— y el antiperonismo —Juntos por el Cambio—.

  • Flannery O'Connor, amada y criticada por la misma razón

    Con una escritura clara, la autora expresa la moral de los años 50, atravesando al sur estadounidense de historias y personajes muy particulares. Ella lo dice mejor que yo: “Siempre me han señalado que la vida en Georgia no es como yo la describo, que los delincuentes escapados no deambulan por las calles exterminando a las familias, ni los vendedores de la Biblia merodean en busca de chicas con patas de palo”. Lo que distinguía a Flannery O’Connor como escritora, era la misma razón por la cual era juzgada: todas sus historias suceden en el sur de los Estados Unidos —probablemente porque fue casi el único lugar que conoció— pero ninguna de ellas, dicen sus críticos, refleja a su gente. Juzgada por una contradicción, no hacía más que plagar sus historias de ellas. Una y otra vez con una escritura transparente, los dilemas morales se presentan en sus personajes y en las críticas que ellos hacían sobre su sociedad. Una familia es emboscada por una banda de prófugos en “Un hombre bueno es difícil de encontrar”, el líder de los delincuentes le confiesa a la abuela: “Me hago llamar el Desequilibrado porque no puedo hacer que las cosas malas que he hecho se correspondan con lo que he soportao durante`l castigo”. “La buena gente de campo” es el segundo título al que la autora se refiere en aquella primera cita. Los títulos de estas dos obras concentran todo lo que hasta ahora hemos hablado de ella. En este cuento, O’Connor demuestra que las apariencias engañan y que dentro de una valija, que su portador dice está llena de biblias, puede haber muchas otras cosas: “¡Eres un buen cristiano! Eres como todos ellos…; dices una cosa y haces otra”, le dice Hulga, presa de la maldad de los secretos del aparentemente inofensivo vendedor de biblias. He aquí una de las cosas que más disfruto de la lectura de Flannery O’Connor: es inesperada, es cruda y es feroz. A veces, al leerla, llego a tener miedo. Nacida en una de esas provincias conservadoras del sur de Estados Unidos como lo es Georgia, ferviente creyente católica, la crudeza y violencia expulsa la sobriedad que de ella supondríamos. Pero es claro que los símbolos religiosos están en cada una de sus obras: la familia, el hogar, la tradición y el matrimonio. Aunque estos símbolos aparecen siempre en conflicto, O’Connor va minando el tranquilo sur estadounidense de criaturas extrañas cuyos finales, por más que lo intenten, no pueden escaparle a la tragedia. Quizás esto también tenga que ver con ella. A los 26 años fue diagnosticada de lupus, y vivió casi la mitad de su vida en la granja de su madre en Georgia. Criando las aves más exóticas que pudiera encontrar, más que nada pavos reales, escribió hasta terminar casi paralizada por la enfermedad que acabó con ella a sus 39 años. Su catolicismo nunca detuvo su rebeldía como escritora. La mayoría de los personajes de sus cuentos son mujeres y suelen ser las protagonistas. Pero es curioso que, cuando aparecen los hombres, no son relevantes o son la mismísima causa de los males para las protagonistas. Se dice que “La buena gente del campo” es su obra más autobiográfica. Joy, que luego de cumplir 21 años se cambia el nombre a Hulga, es una filósofa corpulenta con una pierna ortopédica que vive con su madre y sus criadas, presa de una tremenda sensación de incomprensión. Una soledad infinita que sólo se ve interrumpida por un hombre flacucho que llega vendiendo biblias invitándola a caminar. Aunque Hulga imaginaba que “le arrancaba toda la vergüenza y la transformaba en algo útil”, el final, como siempre en los cuentos de esta autora, es un tobogán hacia una pileta de catástrofes. Al igual que William Faulkner y Carson McCullers, O’Connor fue una autora de un estilo sureño gótico: construía personajes atravesados por lo macabro, lo irracional y lo grotesco. Pero sobre esto último es interesante observar lo que opinaba al respecto: “Por supuesto, me he dado cuenta de que todo lo que sale del Sur es calificado como grotesco por parte del lector del Norte, excepto cuando realmente se encuentra ante un texto grotesco, que dirá que es realista”. Al leer a O’Connor me asalta una sensación de paz y perturbación. Una mezcla de fascinación y de horror que siempre me lleva a pasar la página. Sus obras son profundamente humanas. La autora vive de los contrastes indagando en la crisis, la moral y todas las insoportables contradicciones de sus personajes. ¿Cómo puede lo absolutamente raro y lo cotidiano resultar natural? En una escritura simple, aunque empapada de contenido, O’Connor lo dice, nuevamente, mejor que yo: Realismo de distancias. Un realismo que recurre a deformar las apariencias para mostrar una verdad que de otra forma quedaría oculta. Pero para verla, hay que leerla.

  • No es solo Rock & Roll: el género que cambió todo. (1950-1980)

    El Rock & Roll, el hijo rebelde del Blues y del Country, menospreciado por su procedencia negra antes de volverse popular, este estilo musical surge en Estados Unidos en los años ’50 y fue popularizado por Fat Domino, Chuck Berry, Buddy Holly, Little Richard, Elvis Presley, etc. Con acordes simples, voces estridentes y mucha relevancia en la naciente guitarra eléctrica su popularidad fue creciendo hasta llegar a la aceptación por parte del público blanco y consecuentemente de las grandes compañías discográficas de EEUU. Son múltiples los subgéneros que descendieron de este estilo y no menos diverso es el impacto cultural y los grupos de pertenencia que ha generado a lo largo de los años. En los convulsionados años ’60 ocurre un fenómeno sin precedentes conocido como “Invasión Britanica”, donde bandas inglesas de rock como The Beatles, The Rolling Stones, The Who, The Animals, The Zombies -que habían cosechado éxito en su país- se introducen en el mercado estadounidense, logrando una increíble popularidad y fanatismo de la juventud por este género, lo que los catapulta al inmediato estrellato. Por esos años el rock tuvo su momento más revolucionario, siendo el género predilecto del movimiento hippie surgido en San Francisco, EEUU -pero que se estaba gestando a nivel mundial-, con frecuentes canciones de protesta en contra de las guerras, el consumismo y el establishment del momento, y deja de ser un simple estilo musical para convertirse en un estilo de vida que promueve el amor libre y la revolución sexual. En ese momento, musicalmente, toma un rumbo psicodélico influenciado por el uso masivo del LSD (Dietilamida de Ácido Lisérgico), droga alucinógena utilizada por muchos de estos músicos a la hora de componer. Asociado a la juventud, a los excesos, a la contracultura y al inconformismo, el rock se estableció como el medio de expresión musical por excelencia de las ideas revolucionarias durante gran parte del siglo XX. En Argentina, donde la escena musical era dominada por el tango, el folclore y los boleros, incipiente Rock Nacional comienza a dar sus primeros pasos haciendo eco al fenómeno explosivo estadounidense, aunque durante la década del ‘50 se limitaba a hacer covers (versiones) en inglés de las bandas norteamericanas. Su popularidad comienza en los ’60 y se debe en gran parte al masivo programa de televisión musical “El Club del Clan” de donde surgieron figuras como Palito Ortega, Jhony Tedesco y Lalo Fransen quienes cantaban canciones con letras complacientes y sin mucho contenido. Paralelamente, por influencia de la Invasión Britanica, se gestaba en las calles un movimiento mucho más grande. Los jóvenes que frecuentaban Plaza Francia, el bar “La perla de once” y otros lugares de interés, adoptaron la estética del pelo largo y la filosofía del estilo e incursionaron en la aventura de tocar rock en castellano, algo no visto anteriormente en el país. Surgen los primeros éxitos y se conforma una identidad propia con Los Gatos Salvajes, Los Gatos, Manal, Los Abuelos de la Nada, Almendra, Tanguito, etc. Las discográficas y productores comienzan a prestarle atención al fenómeno con el consecuente apoyo, y comienzan a darse recitales y eventos cada vez más grandes. Volviendo al ámbito mundial, los años ’70 trajeron consigo potentes estilos como el Heavy Metal (Judas Priest, Black Sabath, Iron Maiden), Hard Rock (Deep Purple, Led Zeppelin, AC/DC) y el contestatario Punk (The Clash, The Ramones, Sex Pistols, Iggy Pop). Por otro lado, el virtuoso Rock Sinfónico (Pink Floyd, Yes, Emerson Lake & Palmer) surgió como una respuesta sofisticada a la simpleza característica del rock hasta el momento, utilizando una riqueza y variedad de sonidos nunca antes vista. Desde Jamaica se comienza a popularizar el Reggae a nivel mundial, de la mano del legendario guitarrista Bob Marley. El Funk y el Soul formaron parte de la música mayormente escuchada por el público negro, representada por la emblemática discográfica Motown (Stevie Wonder, The Supremes, Marvin Gaye, James Brown). Sin embargo, la música pop por excelencia de la década fue el género Disco que había sido explotada por el mercado de una forma casi obscena (Bee Gees, Barry White, ELO, The Jackson 5), testigo de su popularidad es la taquillera película del año 1977 “Saturday Night Fever”. El comienzo de la década del ’70 en nuestro país fue de importante crecimiento para el rock y a pesar de que los medios de difusión ignoraban al movimiento, surgen revistas especializadas las cuales organizaron festivales memorables como el BA ROCK de amplia convocatoria. Aparecen en escena bandas y artistas progresivos como Vox Dei, Pappo Blues, Aquelarre, Invisible, Billy Bond y la Pesada, Moris, Color Humano, y de un estilo más acústico, Sui Generis, Raúl Porchetto, Vivencia y León Gieco. Con la llegada de la Dictadura Militar de 1976, el rock comienza a ser visto de manera sospechosa por el gobierno de facto, con listas negras de artistas, varios músicos importantes toman la decisión de exiliarse a causa del clima de represión que se vivía, y quienes se quedaron sufrieron la censura en sus obras por parte del estado. A pesar de todo, surgen bandas como Serú Giran, Invisible y muchos otros artistas vuelven al ruedo. En un país donde los partidos políticos y los grupos estudiantiles estaban muy limitados y la mayoría de los ámbitos controlados por el régimen militar, el rock funcionó como una especie de escape y como único lugar de reunión masiva. Las letras frecuentemente hacían uso de las alegorías y metáforas para eludir la censura a la hora de expresar sus protestas y disconformidad con la dictadura. La música fue predominantemente poco “alegre”, con melodías complejas, con influencias del tango y el jazz. Los años ’80, en un contexto de plena guerra fría, el rock ya era un fenómeno mundial y con había dado a luz a una multitud de subgéneros. Surgen bandas de Heavy Metal cada vez más virtuosas y de tempo más rápido, bandas como Pantera, Scorpions y Metallica protagonizaron la masificación del género. Surge el Glam Rock, que ponía mayor énfasis en la estética y el espectáculo en vivo, utilizando vestimentas extravagantes, de la mano de bandas como Mötley Crüe, Bon Jovi, Kiss, David Bowie, Queen, Lou Reed. Se populariza el Indie, es decir, rock independiente (de las discográficas) -lo que les posibilitaba alejarse de los parametros que estas imponian- comienza a tener relevancia con bandas como The Smiths, Sonic Youth, y las provenientes de Manchester, Happy Mondays y The Stone Roses. El New Wave, sucesor del Punk, trae consigo el uso generalizado de sintetizadores y baterías electrónicas e implementa sonidos frescos de la naciente música electrónica (The Police, Modern Talking, Duran Duran, Talking Heads). La década finaliza con bandas de popularidad masivas que combinaban elementos del Hard Rock, Metal, Rap o Funk (como, Guns And Roses y Red Hot Chilli Peppers, respectivamente). Los años '80 en Argentina es la época en que muchos músicos deciden volver del exilio. Con el estallido de la guerra de Malvinas, el gobierno militar, prohibió todo tipo de música en idioma inglés. Inesperadamente, el hueco dejado por la música extranjera fue llenado principalmente por las bandas de rock locales quienes no dudaron en criticar con sus letras al gobierno de facto y a la guerra misma. Sin dudas fue la época de mayor auge del rock en Argentina. Luego de la guerra, la vuelta a la democracia trajo consigo el “destape” cultural que se manifestó en todos los aspectos de la sociedad, inclusive el rock. Los músicos más emblemáticos de este período fueron: las bandas del reciente New Wave; Virus, Los enanitos Verdes, Zas, Miguel Mateos, Los Abuelos de la nada, Soda Stereo, Desde la ciudad de Rosario; Juan Carlos Baglietto y Fito Paez. Con un rock más puro; Los Twist, Celeste Carballo, Fabiana Cantilo, Viudas e Hijas de Roque Enroll. En el under eran protagonistas; Sumo y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. También Riff, Rata Blanca y Los Violadores eran las bandas de metal que levantaban cabeza en el país. Y, por supuesto, seguían vigentes Charly Garcia (solista), Luis Alberto Spinetta, David Lebón y León Gieco. Las ventas de discos y la cantidad de recitales masivos crecieron enormemente en esta etapa y se consolidó el rock nacional, traspasando las fronteras y logrando recitales en todo el continente.

  • Las bellas y tristes baladas de Carson McCullers

    Reseña de “La Balada del café triste” y otros relatos. Aunque escritos el siglo pasado, todos, contemporáneos. Carson McCullers era ante todo, una escritora rebelde. Creadora de micromundos alterados. Pero además, una autora a la que hay que leer con atención. Sus creaciones son engañosas, muchas aparecen en un frasco de normalidad que adentro contiene los secretos más extraordinarios de la naturaleza humana. Mezcla de niña y de bruja, sus libros hablan del amor y la soledad del sur profundo de los Estados Unidos a mediados del siglo XX. Y la pluma de la autora lo vuelve todo, aún más, gótico. Así es como Carson en “La balada del café triste”, nouvelle o novela corta, compone una balada, una fábula sobre una extraña historia de ¿amor? en un pueblo “solitario, triste; un sitio apartado y perdido del resto del mundo”. McCullers desafía este cuento de hadas al convertirlo en un cuento de freaks. La leyenda de lo que aconteció en la construcción más grande del pueblo, que alguna vez rebosó de whisky y café pero que hoy está tan inclinada hacia la derecha que aparenta parece a punto de derrumbarse. “Sin embargo, en el segundo piso hay una ventana que no está tapiada; a veces a última hora de la tarde cuando el calor es más sofocante, una mano abre despacio los postigos y una cara se asoma a mirar hacia la calle. Es una de esas caras borrosas que se ven en los sueños, blancas y asexuadas, con un par de ojos grises, tan bizcos que parecen estar intercambiando una larga y secreta mirada de congoja”, McCullers entra en el corazón que atraviesa los sucesos de ese verano y nos deja la puerta abierta. ¿Pero qué voz cuenta esta historia? Que aunque empieza por su final, todavía parece vivir dentro de los pueblerinos. Aún la cantan los prisioneros que pican el macadam de la carretera Forks Falls y el narrador de esta nouvelle parece ser el alma de todos ellos. El fantasma de la memoria. Una identidad conjunta que lejos de ser pasiva, critica, señala y opina, parece tener vida propia. Las lectoras, a través de él, escuchamos también el corazón del sur y la historia de su triste café. Antes de escribir, Carson observaba: “fue en un bar de la calle Sand, donde vi a una pareja extraña que me fascinó. Entre los parroquianos había una mujer alta y fuerte como una giganta y, pegado a sus talones, un jorobadito.” Es tan fácil imaginarla, callada y con los ojos fijos en aquel par de extraños que acabarían por convertirse en los personajes de “La balada del café triste”. Por un lado Miss Amelia, la mujer más rica del pueblo, alta y solitaria, hábil para todo menos para las relaciones humanas. Por otro, el primo Lymon, un forastero enano y harapiento que llegó con una valija llena de nada justo cuando los durazneros empezaron a florecer. Como toda fábula, también tenemos un villano; Marvin Macy, ex esposo de Miss Amelia, cuyo matrimonio duró diez días aunque su leyenda aún perdura en el pueblo, incluso nuestro narrador, por más omnisciente que parezca, no sabe qué pasó entre ellos. Los tres protagonistas forman un triángulo cuyo desenlace es tan triste como inesperado. La rebeldía de las letras de Carson se ve en esta forma de relato tradicional, que ella reviste de personajes no convencionales. Desafiando los roles sociales y de género, Miss Amelia es todo lo “anti-femenino” es, al contrario, muy “masculina”. Y al primo Lymon, ni siquiera sé en qué categoría confinarlo. Lo que está claro es que son la otredad, lo diferente, lo marginado e incomprendido, en fin, dos freaks. Ahora es cuando McCullers se vuelve peligrosa. Compone una balada, una leyenda sureña e invierte su receta. Dentro del enorme cuerpo de Miss Amelia y del pequeño y retorcido cuerpo del primo Lymon, aparentes anormales, encontramos el síntoma más común de la humanidad: el amor y su ausencia, la soledad. Si la historia entre ellos dos es una de amor, es un amor tan extraño que resulta hasta irreconocible. El narrador de su leyenda tiene su propia teoría; “Ante todo, el amor es una experiencia compartida por dos personas, pero esto no quiere decir que la experiencia sea la misma para las dos personas interesadas. Hay el amante y el amado, pero estos dos proceden de regiones distintas. Muchas veces la persona amada es sólo un estímulo para todo el amor dormido que se ha ido acumulando desde hace tiempo en el corazón del amante. Y de un modo u otro todo amante lo sabe. Siente en su alma que su amor es algo solitario. Conoce una nueva y extraña soledad, y este conocimiento le hace sufrir. Así que el amante apenas puede hacer una cosa: cobijar su amor en su corazón lo mejor posible; debe crearse un mundo interior completamente nuevo, un mundo intenso y extraño, completo en sí mismo". Las palabras de la autora hablan también mucho de ella. Lula Carson Smith era un mujer muy alta y muy andrógina. Nació en el año de la Revolución Rusa y tuvo una vida difícil. Una salud que nunca la acompañó y que acabaría con ella en una hemorragia cerebral a sus 45 años. Vivió una serie de amores desencontrados, que incluyen varias mujeres, un problema con el alcohol y un esposo que le propuso una escapada romántica de esta vida: un suicidio de a dos en un París de la segunda posguerra. Ella se negó y volvió a Estados Unidos, unos años después Reeves McCullers se suicida en París. De él tomó su apellido para el que sería su nombre literario: Carson McCullers. Fueron probablemente las experiencias de tragedia y abandono las que la moldearon como escritora. Ella emprendió siempre la difícil tarea de escudriñar al corazón y escribirlo, con suma sensibilidad. Unos años antes de su muerte, en 1951, publica “La balada del café triste”, que se completa con seis cuentos que parecen dialogar con el relato que les da su nombre. Mi cuento favorito de entre ellos es el último, “Un árbol. Una roca. Una nube”. Como siempre, hay que leer a Carson con atención, nada de lo que escribe es esperable. Otra vez, en un rincón del sur de Estados Unidos, un anciano encorvado esconde su nariz en un vaso de cerveza. Sólo abre la boca para llamar a un niño repartidor de diarios que estaba en la taberna y decirle “te quiero”. El diálogo entre los dos detiene el tiempo. ¿De qué van a hablar? Claro, del amor. “Había todos esos placeres y esos hermosos sentimientos dentro de mí. Y esa mujer era como una cadena de montaje para mi alma. Yo hacía pasar por ella esas pequeñas piezas de mí mismo, y salía completo.” Otra teoría sobre un amor solitario que vive como un virus, en un espacio prestado. Cualquiera; un árbol, una roca o una nube. ¿Qué hace el amante cuando ese espacio desaparece? Con cada desaparición, Carson McCullers creaba sus personajes. Y de cada muerte nacía un libro. Para mi no hay nada más hermoso que su sensible oscuridad. Cuando ella murió, también de su partida brotaron textos. Bukowski le dedicó un poema que ilustra su triste y bello tono: “Murió alcohólica envuelta en una manta sobre una silla plegable en un transatlántico. Y todos esos libros suyos de aterradora soledad esos libros sobre la crueldad del amor sin amor es todo lo que de ella queda uno que pasaba descubrió su cuerpo y avisó al capitán y su cadáver fue trasladado a otra zona del barco mientras todo lo demás seguía exactamente como ella lo había descrito.” Al terminar de leer “La balada del café triste”, sólo puedo pensar en escucharla otra vez. En su escritura McCullers demuestra que la tristeza y la soledad, siempre contemporáneas a nuestra humanidad, pueden ser muy bellas. Y que es el amor el que tiene ese poder de transformación.

  • Sylvia Plath, te leo en soledad

    Reseña de “La campana de cristal”, novela de Sylvia Plath, escrita por una lectora en cuarentena. Ilustración por Ailén Goyanes Una de las razones por las cuales me fascinó leer esta novela, es por los dejos autobiográficos que la autora imprimió en ella. Leyendo a su protagonista, Esther, sentía que la leía a Sylvia y a las mujeres de su época. En los primeros capítulos, Esther Greenwich aterriza en medio de un verano caluroso, a un hotel de la artificiosa ciudad neoyorquina junto a doce otras jóvenes. Movida por una beca como columnista en una revista “para mujeres“, habla de la moda, los cocktails, los eventos con comidas diminutas y celebridades. Pero aún en ese fastuoso y brillante modo de vida, Esther no encontraba ni siquiera qué trago pedir en las fiestas. No sabía qué le gustaba. Entre páginas la imaginaba sola. De a ratos con su amiga Doreen, de a ratos con Betsy. La primera; vivaz, rebelde y chic. Colmada de hombres con los que salía por turnos. La segunda; aplicada, slightly more conservative, with high hopes of marrying and having children (apenas más consevadora, con altas esperanza de casarse y tener hijos). Esther se sentía más conforme con ella misma cuanto más tiempo pasaba con Betsy, la última. Leía a Plath en Esther, recorriendo ese camino difícil entre los roles que como mujer ella sentía que debía cumplir. Sus compañeras representaban esa lucha y Esther oscilaba como un péndulo entre las dos. De hecho, quien le presenta al hombre que desatará los primeros signos de locura en Esther al intentar violarla, es Doreen. Lo feminista de su época es ser sincera. Su crudeza, su modo deliberado y poético de describir su soledad y su profunda angustia. Cuando empecé la última lectura de la novela antes de terminarla, todavía me quemaba el sol. Llegado el final, las sombras habían descendido y suspendida casi en el día cien de la cuarentena, sentía su soledad como la mía. The Bell Jar, la campana de cristal, es aquel envase que Esther describe como recubriéndola, aislándola del mundo exterior. “To the person in the bell jar, black and stopped as a dead baby, life itself is a bad dream” (“Para la persona dentro de la campana de cristal, negra y detenida como un bebé muerto, la vida misma es un mal sueño"). Plath trasmite brillantemente su desesperación, aquel encierro mental que no la protegía sino que la aliena y progresivamente la confina en su propia locura. La cual está profundamente intrincada en la realidad de su conflicto en torno a cómo debía ser como mujer. Terminada la novela seguí leyendo sobre la vida de su escritora, negada a retirarme de las páginas que me acercaban al fantasma de aquella mujer, la real y la fictícea. Sylvia Plath se suicidó a los 29 años, un mes después de que su última novela "La campana de cristal" fuera publicada. De hecho, William Heinemann Limited publica en 1963 la primera edición de la novela en Londres, donde Plath aparece bajo el pseudónimo de Victoria Lucas. ¿Por qué? Sylvia temía dos cosas: que su novela no fuera seria y el dolor que podría generar en las personas de su vida, cuyas personalidades había disfrazado ligeramente en los personajes de su libro. Por eso es que el dilema de Esther, su protagonista, fue también el de su autora. Y además, el de las mujeres de su época que aún aqueja a nuestras contemporáneas. La lucha por ser lo que ella quería y lo que de ella se esperaba. La puja entre elecciones que aparecían como excluyentes: ser esposa o ser trabajadora, la maternidad o una carrera profesional. En la novela, Esther no llegó a cumplir ninguna. En su vida, Sylvia las cumplió todas. Y un mes después de la publicación de The Bell Jar, after utter exhaustion, after de coldest Winter in over a hundred years in London, she killed herself. (Y luego del agotamiento más completo y del invierno londinense más frío en cien años, se quitó la vida). ¿Qué dice eso de nosotras? La trampa del feminismo, le decía una mujer a la que conocí. La verdadera lucha es sostenerlo todo, la verdadera crisis, a veces, su resultado. Como si el éxito fuera trabajar, ser madre y cuidar de tus hijos. Todo junto. Esa mujer fue Alika Kinan. Hoy militantes del movimiento, ella y yo, bien sabemos que a eso no se refieren los feminismos. Más bien se trata de la trampa del imaginario en torno a la “súper mujer”. No quiere decir que no sea posible “tenerlo todo,” sino que no es fácil. Plath, la real y la ficcionada, lo deja muy en claro. Cuando pasé la última página y cerré la tapa del libro ya era de noche. Dije “woah”. Como si con mi aliento pudiera liberarme de la angustia que me había provocado lo que acababa de leer. Y lo más difícil, el adiós a un libro que te ha hecho suspirar. Como con todas las autoras oscuras que generan fascinación -Pizarnik, Storni, Nothomb- en la crudeza de sus letras puedo llegar a ver algo de esa realidad de ser mujer. Y es paradójico, porque leyendo sus soledades, y creo no ser la única, me siento un poco menos sola.

  • Femicidios en cuarentena

    El Observatorio "Ahora que si nos ven", que contabiliza el número de víctimas, informó que desde el 20 de marzo al 19 de abril hubieron 23 femicidios. Esto significa que una mujer muere cada 23 horas en Argentina. En estos tiempos de aislamiento social, preventivo y obligatorio aumentaron las llamadas al 144, la línea de emergencia gratuita a nivel nacional para asesorar e informar ante situaciones de violencia de género. No es casualidad que el 72% de los femicidios ocurren en la vivienda de las víctimas, ya que los principales femicidas son las parejas, las ex parejas o familiares cercanos. En muchos casos el lugar más peligroso para las mujeres termina siendo su propio hogar. Debido a esta emergencia, desde el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad se tomaron nuevas medidas como el refuerzo de la línea 144 y mayores canales de comunicación. Se dispuso el siguiente mail: linea144@mingeneros.gob.ar y se agregaron tres chats de WhatsApp (1127716463, 1127759048/47) para que las personas en situación de violencia puedan recurrir. Además se sacó una resolución para que las mujeres que sufren violencia de género en sus casas puedan salir a denunciar y estar acompañadas por alguna persona o por sus hijos sin que eso implique violar la cuarentena, porque es un caso de fuerza mayor. También anunciaron que están trabajando con sindicatos, universidades y otras instituciones que brindan su espacio para ayudar a aquellas personas que deben abandonar su vivienda porque viven con el agresor. Existen refugios para estos casos, pero muchas veces sucede que no hay suficiente espacio para todas las víctimas, y por eso es importante señalar que se puede pedir la exclusión del agresor del hogar. Para las personas que se encuentran en esta situación de estar con el agresor y no pueden hacer la denuncia desde sus casas, está la posibilidad de la campaña nacional de los Barbijos Rojos. Consiste en pedir en la farmacia un barbijo rojo, palabra clave para que el personal de la farmacia se comunique con la línea 144 y ayuden a quien sufre violencia machista. Hay que tener en cuenta que no es un problema sólo de las mujeres, y que con un Estado presente que garantice políticas públicas para estos casos no es suficiente. Como sociedad debemos tomar conciencia sobre esta emergencia e involucrarnos para formar parte de la solución.

  • Pensar lo impensable

    El mundo ya no será el mismo. Es lo que nos dicen desde académicos hasta políticos. Sin embargo, resulta difícil pensar un nuevo orden mundial por fuera del neoliberalismo. Emmanuel Macron, el presidente de Francia, lo dice con claridad: “Es momento de pensar lo impensable”. Argentina no crece de forma estable y continua desde la década anterior, arrastra una crisis de deuda externa, se sitúa tercero en la lista de países con mayor inflación en el mundo y sufrió una devaluación de 537% de su moneda nacional en los últimos cuatro años. Por si no fuera suficiente, enfrenta una pandemia que amenaza con colapsar el sistema de salud argentino, que es tripartito: público, mixto y privado. La cuarentena obligatoria decretada por Alberto Fernández cumplió con su meta de aplanar la curva de contagios, pero queda claro que las consecuencias económicas serán enormes y no sólo en el frente interno, sino también en el externo: estamos a las puertas de una caída económica mundial inédita. El frente interno. En el frente interno, el gobierno tiene que lidiar no sólo con una economía inflada, con gran porcentaje de informalidad, y que utiliza la mitad de su capacidad instalada, sino también con 40% de pobreza. Sumado a ello, estamos en abierta negociación con los bonistas para encontrar una salida sostenible de la deuda, es decir, asumir plazos y números que el país pueda cumplir en función de su capacidad de pago. También se acentuaron otros problemas: las fake news y la especulación. En los previos y primeros días de la cuarentena, circularon hasta el hartazgo mensajes en cadena difundiendo información falsa sobre la pandemia y las acciones que, supuestamente, tomaría el gobierno. La cuestión se agudiza cuando existe el riesgo de que esa información falsa se extienda y provoque mayor pánico en la población, que podría resultar en aglomeraciones afuera de los bancos para retirar dinero, o en los supermercados para abastecerse de bienes. Cabe recordar que el gobierno no sólo lucha contra la pandemia, sino también contra la psicosis colectiva, al mismo tiempo que utiliza el miedo como una herramienta de control social. “Acá hay muchos intereses en juego” dijo Martín Guzmán, el ministro de Economía, en la presentación de la oferta del canje de deuda a los bonistas que promete estirarse hasta el fin del plazo de gracia, haciendo implícita referencia a las maniobras especulativas en la economía. El día a día nos indica un aumento de precios y que la brecha entre el dólar oficial y los paralelos aumenta. Se argumenta que se debe a la enorme emisión monetaria que está llevando a cabo el Banco Central para financiar la pandemia y sus costos económicos. Esto es, ante la falta de dinero, el Banco Central lo crea o imprime y lo gira en forma de Adelantos Transitorios al Tesoro, para cubrir el déficit fiscal —cuando el Estado gasta más de lo que le ingresa—, que alcanzaría un 5,4% del PBI, totalizando un aumento de 3%. Para hacer frente a la crisis económica, el gobierno, a través de sus ministerios, anunció diversas medidas. Entre ellas, destacan el Ingreso Familiar de Emergencia, el bono a jubilados y pensionados, aumento en la inversión en obra pública, alimentos a comedores, créditos para pymes y para parques industriales, para empresas, monotributistas y trabajadores autónomos, el salario complementario a los trabajadores privados, entre otras. Si bien la emisión monetaria genera una presión inflacionaria que se verá en los próximos meses, el aumento de precios y el incremento en la brecha entre el dólar oficial y el paralelo pareciera obedecer más a maniobras de especulación financiera, ya que la demanda interna se desplomó a razón de que el consumidor ahora está en cuarentena. Como el comerciante vende menos por la caída de la demanda, por lógica debería seguir una reducción de precios o, al menos, una continuidad en los mismos, cuando lo que vemos son aumentos. Ante la situación, el gobierno reforzó su control de precios, sobre todo sobre las grandes cadenas, dando lugar a numerosas clausuras por incumplimiento de los establecidos precios máximos. Sin embargo, las críticas se centran en la falta de acción del gobierno sobre los bancos, a fin de que estos otorguen los préstamos subsidiados a pymes para pagar los sueldos de los trabajadores. Para gestionar la cuarentena, el gobierno recurrió a las Fuerzas de Seguridad —Policía Federal, Gendarmería, Prefectura Naval y Policía Aeroportuaria— y a las Fuerzas Armadas, particularmente al Ejército Argentino, al que brindó tareas logísticas y de ayuda humanitaria, mientras que las Fuerzas de Seguridad, que conduce la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, quedaron a cargo de los operativos de control. Sin dudas, todos los esfuerzos se se enfocan en el AMBA —Área Metropolitana de Buenos Aires—, donde se concentra el 70% de los contagiados del país. Cobra especial relevancia, además, porque el conurbano es el territorio con mayor concentración de población, donde habita poco más de un tercio de los habitantes de Argentina, sumado a la enorme proporción de gente en situación precaria y vulnerable, que trabajan en el sector informal de la economía y que es, también, la región urbana que más pobreza e indigencia condensa. Todo un desafío, considerando, junto a todo esto, que la cuarentena puede extenderse más de lo pensado y generar un hastío social que termine por desbordar los canales institucionales: el estallido. Pero no todas son malas. La oposición cumplió un rol responsable acompañando y coordinando las medidas con el gobierno nacional, aunque un sector haya intentado sembrar discordia. Ello manifiesta, una vez más, un fuerte arraigo de las instituciones y tradiciones democráticas. El arco político argentino estuvo a la altura del desafío, y demostró que la grieta se aleja del extremismo. Sin dudas, la reconstrucción económica necesitará de consensos políticos semejantes a este. La novedad es el impuesto a la riqueza que se busca aprobar en el Congreso. Complica, en primer término, las buenas relaciones que reinaron este tiempo entre el oficialismo y la oposición. Al lobby que hacen las grandes riquezas para evitar que se apruebe el proyecto de ley, se suma la dificultad de sesionar en un contexto de pandemia. Cristina, vicepresidenta de la Nación y presidenta del Senado, planteó, a través de una acción declarativa de certeza, ante la Corte Suprema de Justicia —máximo tribunal del país— la cuestión acerca de la validez de sesionar a través de videoconferencia. Con ello busca evitar, en caso de obtener el visto bueno, futuras impugnaciones a las leyes que se debatan por videoconferencia, particularmente el impuesto a la riqueza. Es un escenario que sigue abierto y dará de que hablar en los próximos días. El mundo ante la pandemia. Lo único que está claro es que no hay un modelo a seguir. Esto aplica a todo el mundo. China, el país en donde inició la pandemia, optó por un modelo de estricta vigilancia utilizando para ello todo el peso del Estado. El epicentro, Wuhan, fue puesto bajo una estricta cuarentena, la cual luego se extendió a la totalidad de la provincia. Se prohibieron los viajes al exterior y se redujo la circulación del transporte público, se cerraron escuelas, universidades y sitios de turismo. Para combatir al virus, volcaron una enorme cantidad de recursos humanos y económicos, enviando gran número de médicos a la zona infectada y construyendo y convirtiendo edificios en hospitales de emergencia. Además, utilizaron el aparato de propaganda para convencer a sus ciudadanos de adoptar las medidas “necesarias”. Con enormes costos económicos y sociales, China tuvo éxito en frenar la tasa de contagios y pudo controlar la situación. Esto, a través de la vigilancia estatal mediante algoritmos y el big data: salvación con menos libertad. Algo distinto pasó en Europa. Mientras China combatía la entonces epidemia, Italia empezó a convertirse silenciosamente en el centro de la posterior pandemia. Tardías, insuficientes y malas respuestas, junto a la enorme presión que ejercieron las empresas industriales sobre el gobierno, entre ellas Tenaris, que pertenece a Techint de Paolo Rocca, condujeron a una catástrofe. La falsa dicotomía salud o economía causó estragos. Filas de obreros transitaban con normalidad zonas infectadas para ir a trabajar a las fábricas. Las consecuencias sociales y económicas están a la vista. La cuarentena llegó tarde y sin la fuerza necesaria, lo que potenció la cantidad de muertos provocando el colapso de las morgues y los crematorios. España transitó un camino similar. El gobierno subestimó la situación y tomó medidas restrictivas demasiado tarde, cuando ya los contagios crecían exponencialmente y el sistema de salud se encontraba al límite de sus capacidades, convirtiéndose junto a Italia en los dos países europeos que más sufrieron la pandemia. Otro caso simbólico es el de Gran Bretaña, donde su primer ministro, Boris Johnson, contrajo el virus y fue internado, recuperándose poco después. El modelo que siguieron los británicos consistió en la “inmunidad de grupo”, la cual refiere a una situación en la que suficientes personas de una población adquieren inmunidad contra una infección para poder detener eficazmente la propagación de dicha enfermedad. No sucedió. El virus se extendió a lo largo del país y el gobierno se vio obligado a tomar medidas restrictivas para evitar que se agrave el costo en vidas junto al costo económico, y el total colapso del sistema de salud. El brote en el sur de Europa se trasladó al norte. Francia y Alemania aplicaron medidas restrictivas, como la cuarentena, con antelación respecto al número de infectados con el que lo hicieron España e Italia, pero no pudieron evadir las altas cifras de muertos. El conflicto llegó a la supraestatalidad, a la Unión Europea. La falta de acuerdos y coordinación en la aplicación de políticas económicas y sociales que proveyeran de asistencia a los países infectados que integran el organismo fueron la principal fuente de críticas, y se trata sin dudas de cuestiones que los países miembros, particularmente Alemania y Francia, deberán replantearse para lograr que la UE sea realmente útil. El epicentro de la pandemia se trasladó luego a Estados Unidos. Con una visión predominantemente económica, y en pleno enfrentamiento comercial y geopolítico con China, a quien varios apuntan como responsable por la pandemia, el presidente Donald Trump evitó aplicar restricciones que tuvieran un grave impacto en la economía, decisión que buscó a proteger los altos niveles de actividad y empleo que registraba el país, teniendo también en la mira las elecciones presidenciales de noviembre de este año. Se enfrentó públicamente a los gobernadores por aplicar la cuarentena, se mostró a favor de levantar las restricciones lo más rápido posible para reactivar la economía y contradijo a Anthony Fauci, epidemiólogo y director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, quien desafió la postura del presidente sobre no tomar medidas restrictivas. Las cifras hablan por sí solas: casi 800,000 infectados y más de 40,000 muertos. Mención aparte merece el caso de Brasil. El presidente, Bolsonaro, desde un comienzo se manifestó escéptico ante el peligro de la pandemia, tan así que la llamó una “gripecinha”. Brasil reviste especial gravedad, ya que gran parte de la economía es informal y la población está aglomerada alrededor de grandes centros urbanos como Río de Janeiro y San Pablo. La principal preocupación radica en las favelas, donde, ante la falta de respuesta por parte de las autoridades, bandas criminales se han organizado para imponer la cuarentena a sus habitantes. Allí, la gente vive hacinada en pequeños espacios y en la mayoría de casos sin acceso a los servicios básicos, como agua o luz. Con una capacidad de testeo insuficiente, los cálculos datan la cifra de contagios en 5 veces más de la actual. Al gravísimo problema sanitario, humanitario y económico que esto conduce, hay que agregar que impacta de lleno en Argentina. Brasil es nuestro principal socio comercial, tanto en exportaciones como en importaciones, por lo que nuestra economía también depende en gran medida de lo que suceda con la economía brasileña. Estamos ante una situación desconocida, que muestra las vulnerabilidades de la economía global. Es demasiado pronto para decir que el neoliberalismo se ha agotado, pero también es cierto que se necesitan cambios en la estructura económica que rige en el mundo. La más grande de las “batallas”, aquella por dirigir mundialmente la recuperación post pandemia, parece reducida a Estados Unidos y China, siendo éstos los únicos países con la capacidad económica suficiente para asumir el desafío que eso implica. Mientras Europa negocia el Brexit, discute sobre las oleadas de inmigrantes que llegan desde Oriente Próximo por las guerras civiles causadas por intervenciones militares que apoyó, y busca la forma de surfear la pandemia sin mayores costos que los actuales, surge la idea de revalorizar el Estado de bienestar, algo con lo que Alberto Fernández está de acuerdo. Esto sucede al mismo tiempo que las finanzas mundiales colapsan, dejando a los mercados de valores peores registros que la crisis de 1929. La guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita, desatada sobre el petróleo, pega de lleno en los países productores, y junto con la caída de la demanda mundial provoca que el precio del barril toque mínimos históricos, incluso valores negativos, enterrando en el proceso el sueño de Vaca Muerta. Entre tanta incertidumbre, hay una sola certeza: nadie se salva solo. Es tiempo de pensar lo impensable. Fuentes: - http://revistaanfibia.com/cronica/virus-corona-alberto/ - http://revistaanfibia.com/ensayo/controlar-la-pandemia-gobernar-miedo/ - https://www.clarin.com/opinion/batallas-alberto_0_E0JEx1PMf.html - http://revistafal.com/coronavirus-las-implicaciones-politico-economicas-en-italia-y-la-union-europea/ - http://revistaanfibia.com/ensayo/la-ilusion-vivir-siempre/ - https://www.politico.eu/article/coronavirus-europe-failed-the-test/ - https://noticias.perfil.com/noticias/internacionales/lo-que-deja-el-coronavirus-modelo-hipervigilado.phtml - https://clustersalud.americaeconomia.com/sector-publico/inmunidad-colectiva-y-su-efecto-en-la-pandemia - https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52273159 - https://www.france24.com/es/20200407-paris-medidas-confinamiento-coronavirus-covid19

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